miércoles, 5 de octubre de 2011

TREMENDÍSIMO CANALLA

Si todo lo que he perdido y todo lo que he ganado se lo debo a la madre que a mí me ha parido, se lo debo a la tierra donde yo he nacido, se lo debo a la gente que estuvo a mi lado… espero no ser nunca un desagradecido. Si hago el compendio de lo bueno y lo malo, aparto lo último y me quedo con aquello que anhelan todos. Por eso cuando visiono ciertas cosas se me acongojan las entrañas como hombre, como ser racional y como sevillano. Que más allá de la tremenda vergüenza aún reside este pueblo que se resiste en caer más bajo si cabe porque para ello nos hizo este Dios, que en forma de toro dorado alabamos.

Sin morder a aquél que nos dio de comer en su mano, empiezo una remisa desde el corazón más ahogado, desde el odio perpetuo por gente que se limitan a quejarse entre los llantos más profundos, y luego actúan como canallas a riesgo de participar en tal espectáculo buhonero. Si la crónica rosa empieza a ser la alegría de nuestro pueblo, no quiero seguir perteneciendo a semejante barbarie.

“Si este pueblo se disparata con la boda de un mata-vacas y la niña de una duquesa. Si este pueblo se le arrodilla a una espada y a una mantilla, este pueblo me da vergüenza” Que diría aquél, porque qué ocasión mejor para recalcarlo. Y así seguimos apareciendo en el ínfimo escalón de esta estrecha jerarquía, ¿y qué pretendéis?

Cuando en esta puerca sociedad hay tantos crímenes políticos impunes, y luego se piran de nuevo a sus respectivas chozas, cuando ya no pueden exprimirnos más, y aquí seguimos mirando que si lo toros sí o lo toros no… cuando a mí, los bichos esos me resbalan suavemente, como diría un amigo mío. Cuando se protesta en forma de indignados les damos palizas, pero las congregaciones de otros tipos las permitimos e incluso ponemos la otra mejilla. Viene un ser a España tan codicioso como su Iglesia a España y le adoramos, adoramos su santidad porque así unos cardenales nos lo han impuesto, como si de aquella época de la monarquía absoluta se tratara, donde el rey provenía de obra y gracia de Dios. Sí, sí, en aquella época donde se encontraban los iluminados.

Creo en las personas, en su bondad, y creía en el anterior Jefe de la Iglesia, como persona, como puedo creer en cualquier otro político.

Si una crisis nos sobrepasa, qué más da, aquí tragamos, miramos al vecino y pensamos que él anda peor que yo, porque encima la suegra del tipo se fue a vivir a su casa, así que por ahí nos escapamos. ¿Y dónde está el dinero? cuando hoy he presenciado como personas de a pie ¿o no? han pagado ocho mil napos por un balcón próximo al palacio de Dueñas en Sevilla (ya sabéis que celebraban allí hoy, por lo visto el regreso de la momia lo ruedan allí, y el funcionario pasa a ser el tío con más cojones de España, porque yo ni por todos los títulos y úrdeles del mundo, que en mi cama mando yo y entra quien me salga)

¿Cómo se mama uno eso? Tu ciudad, de donde provienes… Mira si soy caradura que me tiré a la cultura como arma principal antes que la ignorancia y el compromiso porque sí. No me da vergüenza ninguna, vida nada más que tengo una y si la malgastáis así me compadezco de aquellos pobres que nacieron para ver bajo un calor insoportable la festividad de una casa que se enriqueció a costa de todos los contribuyentes.

Cuando pienso en todo esto me hago más fuerte, pero qué mala suerte he tenido también con la época, ¡joder! ¿Dónde están aquellas personas golfas y valientes? Canallas como la gente, con la palabra por bandera, y que desprecie todo esto con el respeto que se merecen que es el más profundo ostracismo.

Y si quieren y me lo piden me adapto a las circunstancias, no hay problema, pero no me pidan que contribuya con la causa, olé: Viva Juanca, La Duquesa, sus labios y olé… El Betis, los caracoles, La Esteban, el calvo de la navidad, la televisión que educa a los niños, los toros, y la madre que me parió.

Nunca tiraría las piedras contra mi propio tejado, y para vestirme de hombre inmortal me quedo en la calle, esperando tiempos mejores, de guerra inclusive. Anhelando como un timón se va a la deriva, no sin antes rajar mis enaguas y tirar al abismo todo lo que me importa, logros y compañeros juntos, puesto que “moi” ya empezó su particular naufragio por el inframundo de la inmundicia.

Pronto nos encontraremos, enemigos míos.