viernes, 21 de agosto de 2009

UN VERANO CÓMICO, ÁCIDO, ONÍRICO.

El sol resplandeciente; la brisa marinera; el olor a salitre; grados en auge; ropa clara y ligera; refrigerios y helados por doquier; chapuzones constantes; pieles morenas y otras no tanto; el tacto agradable de la arena seca, son partes inescrutables de nuestro rutinario Verano.

El Verano, esa época del año que hace a las personas más humanas, ¿o eso era Navidad?, en fin da igual. Lo que quiero contaros mis queridos amigos es algo del Verano, su esencia, su todo, su nada. Y es que muchas las personas, ya sean de bien o no, esperan con impaciencia esta época del año. Normalmente suelen ser personas que trabajan mucho y que no tienen hijos o ya los tienen bien criaditos, puesto a que con el verano llega el fin del “cole” y eso conlleva un sublime coñazo para todos los papas del mundo, o al menos eso es lo que yo percibía muy de niño. Mi madre me cantaba cuando estábamos por esta época la canción del flamante anuncio de Televisión, “volver a empezar otra vez”…… ya se pueden imaginar, lectores, el trauma que eso causaba en mí y en mis hermanos. Pero hay remedios infalibles para controlar a esos insoportables y aburridos niños. Uno de ellos era el famoso Vacaciones Santillana, canción del anuncio que también me cantaba mi mamá. La verdad que servían para bastante poco, porque eran más fáciles que los deberes del colegio y para los que ya iban prometiendo a “zopencos”, había unas páginas al final con las correcciones, claro que si eran tan inútiles difícilmente descubrirían esa página por pertenecer a la última parte del libro y muchos ni llegaban. No quedándose contento con ello también mandaban los problemitas Rubio y los libros del Barco de Vapor.

Pues bien, es estas cortas o largas vacaciones, según se vea, las personas de a pie vamos a la playa, las otras de bien van al chiringuito sin mancharse los pies. En la playa vemos cosas tan sorprendentes a veces como horripilantes otras. Si vemos a una chica guapa saliendo del agua con una suavidad y tenacidad como si el viento la transportara, después nos encontramos con la típica mujer de carnes rollizas y torrenciales, igual que la del videoclip de Ellos las prefieren gordas, debajo de la sombrilla y dejándonos a modo de coletilla un “Jonathan ven pa acá no te vayas pa lo jondo que la aboya esta mu lejos”. Claro que no me gusta ser machista las cosas como son, por lo que también podermos vernos a típico Flavio Briatore de la vida o al menos intento. A esos “Machomen” de edad avanzada que portan tubopacket y encima se lo empequeñecen más para poner moreno todo su esplendoroso “pompis”, con el As (por la muchachita de la página final), y cinco latas de cerveza a su alrededor y su cigarrito en sus jugosos labios, jadeando o rebuznando por cada tía que pasa o simplemente callan y se levantan sus gafas de “police”, para contemplar de forma mejorada el interesante paisaje.

Por otro lado está esas personas que llegan y descansa sus posaderas sobre una correspondiente silla, bajo la típica y voluminosa sombrilla. Hasta aquí todo normal, pero si os digo que tales personas no salen de dicha sombrilla ni para bañarse, y es aquí el centro de la cuestión, le tienen auténtico pavor al agua. Sí colegas, hablo de aquellas señoras o señores (mayores) que son más bien de secano, que no conciben para nada bañarse no vaya a ser, como dicen, que el mar las chupa para adentro, como si de una aspiradora se tratara.
Ahora que nos adentramos en este profundo tema me gustaría recordar una anécdota que me pasó de niño y la verdad que no deja de ser nunca curiosa. Una señora que estaba próxima a mí no quería bañarse porque hacía un poco de viento y no quería tener un percance. Yo la verdad que pensé que era normal puesto que la señora no sabría nadar bien y ella no quería arriesgarse. De forma pasota y sin darle mayor importancia seguí con mis labores playeras infantiles. Pero lo que sucedió después, me dejó tan marcado y traumatizado que no pude dormir nada bien esa noche, aunque por lo menos supe que aquella mujer debía nadar muy bien, ya que no era ese el problema que a nuestra señora le preocupaba. Todo iba bien hasta que el levante saltó más violentamente y arrastró a una sombrilla de colores llamativos, la sombrilla se llevó por delante a la de nuestra protagonista y pasó por encima de ella. Cuál fue mi sorpresa cuando observé que había una pamela en el suelo junto con una mata de pelos rizados de color grisáceo que más bien parecía una cobaya. El trauma me vino cuando pensé que ese pelo era natural de aquella mujer de avanzada edad, y que de forma radical se lo había arrancado. Años más tarde, me encontré a Paco Gandia por la calle y supe lo que verdaderamente era un peluquín.
Tampoco me puedo olvidar de la vez que un niño de unos cinco años cogió una bola de petanca, deporte que practicaba su abuelo y sus amigotes. El zagal creyéndose que el juego lo ganaba quien tirara más lejos la bolita, cogió la esfera y la mandó de forma directa al pie de dicho abuelo, que se hallaba discutiendo sobre el transcurso del juego. Claro que ese pie cogió rápidamente un color ennegrecido y aumentó de una forma abultada como si de la península de Italia se tratara. Todo eso acompañado de juramentos en arameo contra su nieto y de unas desternillantes risas por parte de alguno de los contrincantes.

Siempre que se acerca el calor, surge la paranoia entre la gente del adelgazar, de ponerse monos/as, o al menos mejorar lo existente, entrar en el bañador del año pasado, esconder las estrías poder ponerse ese bikini tan sexy, etc……Pero bueno si la gente se engaña de esa manera pues por qué se cogen más quilos en verano que nunca, debe ser la ansiedad, seguro, la ansiedad tiene la culpa de todo.
Yo el año que viene pienso apuntarme a la moda, pero paso de la operación bikini, dado que no me quedan muy bien, lo cual no quiere decir que me lo haya probado, es simplemente una suposición.

SALUDOS VERANIEGOS.

1 comentario:

  1. No me quedó claro, la señora estaba intentando nadar, debajo de la sombrilla o en una peli de Almodóvar? Un saludo onírico.

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