miércoles, 11 de enero de 2012

GO TO THE MARDI GRAS


Permítanme que me presente, yo soy el loco confidente, el viento de oriente, el río bravío de occidente… Las plumas son mi razón, las letras son mi virtud, la música de mi pueblo: mi memoria. Una danza que se agita por la ladera me trae de nuevo una pronta primavera. Salimos a las calles por fin secas, bajo un sol radiante que no recordábamos, todo está preparado, la gente nos espera, el festival comienza.

http://www.youtube.com/watch?v=gld0k7r7MaA

Cruzando el Mississippi me encuentro a mi tribu a ritmo de panderetas y tambores. Después de todo un año las caras reflejan la ansiedad acumulada, los collares de colores ya van rulando, y ahora nos toca a nosotros decir nuestra verdad. ¿Qué más da si es Mardi Gras o El Día de San José? De igual manera reivindicaremos a nuestros antepasados esclavos de una injusticia que hoy en día sigue presente en esta puerca humanidad. Yo que tengo ya mis años no me explico por qué no avanzamos de una maldita vez, como en muchas otras cosas. Y a mí me tachan de no querer confraternizar con el hombre blanco, cuando es el hombre blanco quien nos sigue exterminando.

Soy el “Gran Jefe” presido mi tribu desde hace veinte años, y empecé ayudando a mi padre con su traje de “Gran Jefe” y así me fui curtiendo en esta tradición comenzada en el siglo XVIII. Junto a mi hombre de bandera y a mi espía recorro el barrio francés, la multitud nos acompaña, baila con nosotros, y nuestros familiares cantan al compás nuestro:

“tu-way-pa-ka-way.”

Nuestra ciudad es la capital cultura, aunque de infraestructura mejor no hablar, todo lo contrario. Aún así tenemos unos políticos que no nos facilitan las cosas, nuestro gobierno central hace mucho que se olvidó de nosotros, y la brecha cada vez se hace más y más grande. Yo ya no creo en nada ni en nadie, ni siquiera en mí mismo. La vida sólo me reporta decepciones al ver que mis ilusiones quedaron enterradas. La juventud ya no anda despierta, andan adormilados, ni sienten ni padecen, y nosotros estamos muy viejos para seguir dando la guerra de antaño. ¿Qué va a ser de nosotros? Si tengo suerte lo veré desde el edén que me han prometido, porque, desde luego, el infierno aquí ya lo he vivido.

Suenan susurros en la noche, en forma de voz grave, aguerrida, deteriorada… Nuestro “Jefe” está aquí, vayamos con él, corre…

“tu-way-pa-ka-way.”

http://www.youtube.com/watch?v=S_5FeWN1YjQ

Y dejen que el “Mardi Gras” entre en vuestras vidas, no importa de donde seáis, por aquí se dice que quien viene alguna vez a Nueva Orleáns puede considerarse uno de acá mismo. El carnaval es aquí un estilo de vida, lejos de clases sociales, ni principio ni finales, la música de jazz entra por todo tu cuerpo y te somete a la más pura de las danzas. Paseen por Bourbon Street, aprendan qué es “TIPITINA” y sobretodo déjense embelesar por el Professor Longhair:

http://www.youtube.com/watch?v=0wAMr3V5lN4

miércoles, 5 de octubre de 2011

TREMENDÍSIMO CANALLA

Si todo lo que he perdido y todo lo que he ganado se lo debo a la madre que a mí me ha parido, se lo debo a la tierra donde yo he nacido, se lo debo a la gente que estuvo a mi lado… espero no ser nunca un desagradecido. Si hago el compendio de lo bueno y lo malo, aparto lo último y me quedo con aquello que anhelan todos. Por eso cuando visiono ciertas cosas se me acongojan las entrañas como hombre, como ser racional y como sevillano. Que más allá de la tremenda vergüenza aún reside este pueblo que se resiste en caer más bajo si cabe porque para ello nos hizo este Dios, que en forma de toro dorado alabamos.

Sin morder a aquél que nos dio de comer en su mano, empiezo una remisa desde el corazón más ahogado, desde el odio perpetuo por gente que se limitan a quejarse entre los llantos más profundos, y luego actúan como canallas a riesgo de participar en tal espectáculo buhonero. Si la crónica rosa empieza a ser la alegría de nuestro pueblo, no quiero seguir perteneciendo a semejante barbarie.

“Si este pueblo se disparata con la boda de un mata-vacas y la niña de una duquesa. Si este pueblo se le arrodilla a una espada y a una mantilla, este pueblo me da vergüenza” Que diría aquél, porque qué ocasión mejor para recalcarlo. Y así seguimos apareciendo en el ínfimo escalón de esta estrecha jerarquía, ¿y qué pretendéis?

Cuando en esta puerca sociedad hay tantos crímenes políticos impunes, y luego se piran de nuevo a sus respectivas chozas, cuando ya no pueden exprimirnos más, y aquí seguimos mirando que si lo toros sí o lo toros no… cuando a mí, los bichos esos me resbalan suavemente, como diría un amigo mío. Cuando se protesta en forma de indignados les damos palizas, pero las congregaciones de otros tipos las permitimos e incluso ponemos la otra mejilla. Viene un ser a España tan codicioso como su Iglesia a España y le adoramos, adoramos su santidad porque así unos cardenales nos lo han impuesto, como si de aquella época de la monarquía absoluta se tratara, donde el rey provenía de obra y gracia de Dios. Sí, sí, en aquella época donde se encontraban los iluminados.

Creo en las personas, en su bondad, y creía en el anterior Jefe de la Iglesia, como persona, como puedo creer en cualquier otro político.

Si una crisis nos sobrepasa, qué más da, aquí tragamos, miramos al vecino y pensamos que él anda peor que yo, porque encima la suegra del tipo se fue a vivir a su casa, así que por ahí nos escapamos. ¿Y dónde está el dinero? cuando hoy he presenciado como personas de a pie ¿o no? han pagado ocho mil napos por un balcón próximo al palacio de Dueñas en Sevilla (ya sabéis que celebraban allí hoy, por lo visto el regreso de la momia lo ruedan allí, y el funcionario pasa a ser el tío con más cojones de España, porque yo ni por todos los títulos y úrdeles del mundo, que en mi cama mando yo y entra quien me salga)

¿Cómo se mama uno eso? Tu ciudad, de donde provienes… Mira si soy caradura que me tiré a la cultura como arma principal antes que la ignorancia y el compromiso porque sí. No me da vergüenza ninguna, vida nada más que tengo una y si la malgastáis así me compadezco de aquellos pobres que nacieron para ver bajo un calor insoportable la festividad de una casa que se enriqueció a costa de todos los contribuyentes.

Cuando pienso en todo esto me hago más fuerte, pero qué mala suerte he tenido también con la época, ¡joder! ¿Dónde están aquellas personas golfas y valientes? Canallas como la gente, con la palabra por bandera, y que desprecie todo esto con el respeto que se merecen que es el más profundo ostracismo.

Y si quieren y me lo piden me adapto a las circunstancias, no hay problema, pero no me pidan que contribuya con la causa, olé: Viva Juanca, La Duquesa, sus labios y olé… El Betis, los caracoles, La Esteban, el calvo de la navidad, la televisión que educa a los niños, los toros, y la madre que me parió.

Nunca tiraría las piedras contra mi propio tejado, y para vestirme de hombre inmortal me quedo en la calle, esperando tiempos mejores, de guerra inclusive. Anhelando como un timón se va a la deriva, no sin antes rajar mis enaguas y tirar al abismo todo lo que me importa, logros y compañeros juntos, puesto que “moi” ya empezó su particular naufragio por el inframundo de la inmundicia.

Pronto nos encontraremos, enemigos míos.


jueves, 11 de agosto de 2011

QUEDA PROHIBIDO

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber que hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,

no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.

Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.

Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.

Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.

Queda prohibido echar a alguien de menos sin
alegrarte, olvidar sus ojos, su risa,
todo porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen mas que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.

Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.

Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.



"Poema atribuído a Pablo Neruda equívocamente. En realidad es de Alfredo Cuervo Barrero"






jueves, 12 de mayo de 2011

Un último día...


A veces te levantas como si supieras que es el último día de tu vida, hasta que un día das con tal ansiado momento de pleno.

Todo empieza en una mañana encapotada de cabo a rabo, las miradas ante el espejo te son insoportables, y tu odio se acrecienta por momentos de forma tremebunda. La vida se te va, pasa, y no eres capaz de ponerle algún remedio, donde la inquina empezó a entrar en forma de brote por inconformismo omnipresente en cada recuerdo de tus insignificantes instantes.

Incapaz de soportar crítica alguna sobre ti mismo porque para ello ya estás tú solo. Los murmullos a través de los muros, y las palabras habladas a tus espaldas te corroen por dentro. La luz que marca tu destino se va apagando progresivamente, y sientes que todo fluye, nada salta, y no puedes alcanzar ninguna meta impuesta por la positividad que hubo alguna vez en ti. Son fines que una vez te hicieron ser la persona más ilusa del mundo, ilusión que nadie podía arrebatarte, que era para vos, y que mantenía viva cualquier atisbo de esperanza que luego nunca llegaba a encontrarte.

Una vida llena de mediocridades llevaste, algo a disgusto con lo que contentarse, y aunque a la cara de todos parecía... que al mirarte parecía que eras feliz. Un tío lleno de sabiduría, íntegro, con ciertos valores... serio, sí, pero a la vez con ese sarcasmo suyo capaz de provocar tanto la mayor de las carcajadas, como las indignaciones más tremendas que a nadie dejaban indiferente. Eras una persona que no pasaba de largo, ni mucho menos. Siempre hablaban de ti para bien o para a mal, tus amigos, conocidos y/o enemigos.

Hablando de amigos, han pasado ya más de dos décadas, y no recuerdo que conserves puramente tan sóla una amistad. ¿Quién eres? Ni tú mismo puedes darme una respuesta certera, los engaños que te convencían de una calumnia, ya no sirven, se quedaron atrás, te abandonaron, tronco.

Y aún marchando con Dioses crees que vas, sereno, seguro, hablando contigo mismo porque no hay nadie que esté a tu nivel, y para qué molestarse en contestar a algo tan insignificante como al mundo, si sólo existe el tuyo, el mundo que creaste a tu imagen y semejanza. Bajo un manto te cubres y resguardas de la infelicidad, cayendo al abismo. Pobre de aquel idiota que intentó ayudarte.

Dando palos te sentiste en tu salsa, cómodo como pocos, y los ciegos te miraban con envidia por arrebatárselos con tanta soltura. Tiraste la piedra sin estar libre de pecado, acomplejaste gravemente al más débil, y luego te la pegas de samaritano, defensor de las personas más nobles. Muere como el ególatra que eres, púdrete en el inframundo, y que ese odio que alguna vez te endiosó, desaparezca por completo de tu lado para redimirte en cualquier edén a la vuelta de la esquina.

Por ti, aquella, en el intento, perdería la cabeza por el camino, disfrazando toda verguenza, dándote el premio de sus labios, cerrando el cajón de los calvarios... pero tú... sigues castigándote con el silencio, quedándote en la oscuridad más amarga.

Por ti será lo que tú quieras, por ti recoge tus pedazos, por ti esperará siempre el milagro hasta el día en que se muera... Para darte cuenta puede ser demasiado tarde, pero no te arrepientas de una cosa que pudo ser, ni te lamentes más. ¿Dónde está el alma de aquel chiquillo feliz? Sal donde quieras que esté, ve a socorrer al caminante, que ni aún entendiendo, nada entiende... Antes de que sea demasiado tarde, porque hoy, como antes he dicho, será su último día.


jueves, 5 de mayo de 2011

¿ADÓNDE?

Recuerdo la última vez que me llamaste, fue como la primera, un deja vu, una extraña sensación que me resultaba ajena. Un paso para la historia, una línea que se desmarca de forma anómala del trazo de su curso. Aún lo recuerdo en mi memoria, y hoy en día sigo poniéndome nervioso al marcar las dichosas teclas. El pulso se me sigue acelerando tontamente y no sé por qué si la razón es la pura nada.

Una forma divina te aguardaba ante mis ojos, y esas palabras que no te dedicaba y me callaba te endiosaban más todavía. Tu luz me daba la respuesta a tales cuestiones extrañas, convertidas en sombras que ahora sigo sin entender. Y la misma duda corroe mis adentros, la tortura a la que me sometí cuando vi que te escapabas, que ya no te importaba porque me dabas por perdido. La otra noche me desvelé solo, en mi catre, de un sobresalto me incorporé, y… ahí te imaginé… me imaginé en una vida junto a vos, en cómo habría sido, en esos instantes de tremenda locura que nos reportábamos mutuamente, en la extraordinaria aventura que sería el levantarme contigo cada mañana.

Recuerdo la última vez que me dijiste “cierra la puerta” Una de tantas y tantas veces, bajo el cobijo de mi hombro te postrabas, buscando un simple momento de afinidad, un ratito de serenidad, de repente arrancar todos nuestros problemas y dedicarnos mutuamente lo maravilloso ocurrido y que aún estaba por ocurrir… y que nunca pudimos averiguar.

Cada mañana, bajo toda mi petulancia y cobardía, siento que deseo plantarme donde estés, saber de ti, quiero que vengas a verme, a que te vea, pero… ya te olvidaste de un servidor. Hicimos vidas distintas, hoy ni siquiera sé dónde vives ni con quién. No quisiera interrumpir eso que tengas, ya tenemos una edad avanzada, lo juegos quedaron atrás. Un amor que nunca supe apartar por joven que fuera, y una vida creo que no tan feliz por no ser fiel a mí mismo. He perdido los afectos, el apego de la gente, aquí voy pasando las penumbras de un largo recorrido donde obré mal, y me las están cobrando todas de golpe.

Recuerdo la última vez que te reíste conmigo, fue algo sobrehumano, las palabras me faltan ahora. Antaño tenía más dotes que he ido perdiendo poco a poco por el camino hasta convertirme en lo banal que siempre odiaste. Ni todas las sonrisas del mundo que busqué en otras mujeres me produjeron lo más mínimo, nada saciaba mi ansiedad de ti y desmedida. La luz se va apagando, y con esto espero ganarme el respeto que no me tengo desde hace años.

La vida no es más que una cadena que yo partí hace mucho a mi manera, y no sé cómo recomponerla. Sé que va a ser difícil, pero no me importa, llevo mucho tiempo, demasiado, esperando, y me he cansado de la larga espera. Veo pasar primaveras y no me consiento ni un minuto más que perder. Si la vejez me ha hecho ver una realidad que por inmadurez no visioné en su momento, bendita sea ese paso de los años que me han hecho más humano. Lo sé todo de la ausencia y de la pena, ¿qué más me queda por conocer?

Recuerdo el color de tus ojos lagrimosos después de tanta pérdida de memoria. Parece que ayer mismo me reencontré con vos, y ni siquiera me acuerdo de los míos. Como el mar a las desgracias que se acrecientan, yo siento que ahora estoy preparado, tarde o no, llego, y quiero que lo sepas, aunque después te lo guardes.

Un sinfín de pensamientos ronda mi cabeza, cómo puedo pararlo… contéstame aunque sea para mandar a este pobre y maldito viejo a paseo una vez más. Después de tantos años, aún sigo acordándome del día en que volví a verte, y aún sigo esperando entusiasmado como un niño el día que vuelva a ocurrir.

Y recuerdo aquella noche donde le pedí a un perro que me ladrase; donde pedí que mi cordura volviera pronto; donde la muerte reza a la vida; donde creí en milagros para mí; donde noté la lluvia y un viento que agitaba de manera violenta las veletas; donde imaginé brisas veraniegas acariciando mi cara; donde ningún ruido interrumpía mi soledad; donde mis mentiras eran exhibidas antes que mi cojera; donde me quedé echo un fulano sin escrúpulos, donde mis secretos se quedaron dentro de los pestillos que impusiste; donde me acogí a mi libertad, a mi manera de pensar; donde te encontré en la calle, oliendo a ese perfume arrabalero; donde la rutina de cada día acabó por extenuarme, y trocarme a bala perdida; donde repetí hasta la saciedad que no soy de nadie, soy de cualquiera.

Deja que me vaya con la ilusión del reencuentro, con estas palabras de devoción que nunca te mostré, con una alegría de que pensarás en mí durante estos segundos que me dedicarás desde tu lejanía. Hoy, mi amor, te escribo esta misiva desde el edén, un inframundo que será todo paraíso cuando suspires como antes a mi vera. Recupera el tiempo perdido, que con que me mires de vez en cuando… me basta.

“¿Adónde irán los besos que me quedan para darte? ¿Adónde irán las charlas y los cafés de media tarde?”

viernes, 29 de abril de 2011

NOCHES

Qué pasará en aquellos momentos dónde el sol se esconde, o dónde la oscuridad hace mella. Un instante de sosiego, aquel que empieza con una puesta y acaba con el alba, donde las puertas de la verdad se entreabren, donde el cantar de los grillos aparece, y el caminar de frente va haciéndose paso quedamente hasta llegar a tus entrañas. Es la oportunidad de la noche.

Noches que se acumulan sin parar en una primavera, y noches que me hacen estar de nuevo a tu vera. Una luz que brilla en las noches opacas, y un atisbo de gloria que busca el triunfo de un dormir plácido, sabiendo que te conquisté de nuevo una noche más. No hacen falta más miradas que las consagradas, ni más palabras que las sabidas, ambos éramos conscientes de la veracidad de nuestros actos. Tú te movías con garbo y descaro, aunque a la vez se te notaba cierta pasión. En cambio yo, cada vez tenía menos cuartadas, mi disimulo se iba borrando de mi propia existencia, y me vine acordando de lo que fui y tal… Era un tipejo nuevo, y mis palos de ciego me iban delatando como hombre que siente y padece, no quería saber más de mi otro yo.

Y las noches que te deseaba sin tenerte cerca, y los instantes fuera de tus planes que me enajenaban una y otra vez, no podía dejar de pensar y la cabeza me estaba torturando. Un suspiro que se eleva por cada sendero que veo factible, y una vida llena de una nada renombrada. ¿Qué hago? ¿De qué vivo? ¿Cómo se hace? Explícamelo, sé paciente con el discípulo que vino a aprender, no me tengas en cuenta toda razón ilógica, hay ocasiones que expiro demasiado.

Tú tenme sin medida alguna, y haz que florezca la nada que me aguarda. Bajo las noches en tu tutela avanzo, y de testigos serán las estrellas que marcan el camino de la aclamación. Noches cerradas por la niebla turbia convertida en amarga discordia. Una noche tan fugaz como el falso tiempo que pasa siempre corriendo, y una sobriedad a destacar por la inocencia de unos jóvenes que se transmiten.

Las noches frías de invierno que calan los cuerpos, donde paso las horas en el ventanal fumando el cigarro bajo la calicha propia del temporal, anhelando un recuerdo. Una noche más evitando no dormir solo en la guarida, sin que nadie acaricie mi espalda o me sople la cara al hablarme de cerca.

Noches hurañas, sin cariño alguno donde mi vida vacía reconcome el trasfondo de mi alma, donde pretendo pasar de la embriaguez al exceso. Quiero dejar de interpretar mi mundo y transformarlo. Una luz vigorosa ilumina una lágrima vidriosa que caía muy lentamente, y un castigo por todos esos años de engreimiento, cuando al final resulta que era más mortal que todos.

Noches de silencio donde los silencios tienen nombre; noches en las que he dormido plácidamente; noches obtusas de complejidad máxima; noches en las que me despierto de un sobresalto; noches de escritura y lectura promovidas por la inspiración; noches bajo la atenta mirada de unos ojos que si pierden en la oscuridad; noches de radio a todo volumen, buscando el entretenimiento que me haga soñar; noches vacías y sin ruido, esas que tanto me incomodan, donde me retuerzo en el catre como si estuvieses haciendo vudú conmigo; noches de desconcierto donde deseo que pronto llegue el día para olvidar y de nuevo hacer la nada de siempre; noches de detalles regalados por nimios que fueran… y en realidad suponían un mundo en el recuerdo. Acuérdate de mí, no me dejes en el olvido, si me faltó algún detalle dígamelo ahora, y si algún día le hago creer que no me importa… ni le dé la más mínima importancia.

¿Cómo puede ser que lleve tantos años haciéndome la misma pregunta y no sé contestar de otra? Como un borracho me ladeo por las cinturas de una calle estrecha. Huelo a whisky del barato, y mi barba desaliñada no se va desde hace días. Una vida llena de nada, sin miramientos marcados, ni objetivos a la vista… fuiste mostrándome el camino de la sonrisa y la de transformar una utopía en realidad.

¿Cómo puede ser que no haga nada? Has marcado la línea que separa el eje inflexivo, tan fuerte como una bofetada que me arrea al piso, y de igual manera tomas mi mano y me ayudas en la incorporación.

No dejes nunca de mirarme ni de tenerme, no te hagas la tonta, sé consecuente, aprendo de mis errores que son los aciertos tuyos. Apóyate en mi hombro y déjame tocarte y olerte durante unos pocos minutos, no pido más… Y antes de que te vayas, no te olvides de darme un beso.

martes, 19 de abril de 2011

VISIONÉ LO DIVINO


Yo he visto a Dios… Y habrá quién me diga que debo estar tarumba entero pero así son las cosas y así se las cuento, que cada uno se quede con la veracidad que le interese.

Yo he visto a Dios… en las manos de los hombres, en una mirada sincera, en un momento de complicidad, en la bondad gratuita, en el querer involuntario, en una ayuda desinteresada, en unas lágrimas sentidas, en la risa de los niños donde se hace la mañana.

Yo he visto a Dios… en el zaguán de una casa, en un viaje soñado, en un futuro incierto, en los aires calurosos de mayo, en una vida para contar, en la soledad, en la muerte, en el amor que siento, en el afecto que recibo, en un atisbo de felicidad.

Yo he visto a Dios… lo veo todos los días pasando por mis calles, en una creencia ciega, en aquel que no pregunta nunca, jugando con los niños, en misioneros valientes, pasar a lo largo de una semana que cuenta el tiempo al revés.

Yo he visto a Dios… en unos padres que no reniegan de sus hijos, en los hijos que se entregan por sus viejos, en una puesta de sol en el mar, en la claridad de la mañana, en el derrame de la tarde, y en la magia de una noche silenciosa donde tantas cosas se hablan.

Y si ustedes no me creen, quítense la venda de los ojos y compruébenlo en el día a día de un barrio de miserias. Pasen y vean los aquí presentes, no le tengan vértigo a una fe, ni presten la menor atención a aquellos que les envidien de forma insana.

Dios no está… en las manos negras e indecentes de unos indeseables, ni tampoco está en los clérigos depravados que se justifican si le adoran, y que mataron en nombre de una Iglesia corrompida por el exceso de capitalismo y echó una calderilla, ridícula limosna, a esos tercermundistas solamente para callar algunas voces de protesta.

Dios es mucho más… que la pulcritud de una paloma, que una figura de madera representada, que las nimiedades que nos cuenta La Biblia, que un diluvio infrahumano, que una catástrofe natural, que la pelea de dos hermanos, que las propias obras divinas.

¿Para qué quiero milagros si la realidad ya me va bien? Yo he visto hacer milagros terrenales, y ¿para qué quiero ver curar a un cojo? Si cuando más falta hace siento que está omnipresente. El fenómeno no es convertir agua en vino, la maravilla es dejarse la vida por los que no viven, y plantar cara al rostro del miedo.

Dios, si algún día tú te aburres ya sabes donde vivo. Y seguirán apareciendo esos inteligentes que se rían de “moi” y no me respeten por una creencia que según ellos se basa en el miedo a la muerte.

Yo he visto a Dios… en los esfuerzos de una madre, en la sonrisa de una novia, en el olor de una mujer, en el pensamiento obtuso femenino, en los caminar acompañado porque sí, en el reencuentro para volver a verla, en una mirada de satisfacción hacia detrás, en la vida misma y no en otra más allá de lo mundano.

“Y si en el mismo día en el que muera, me diera cuenta de que en realidad tú no existieras, la misma fe que muchos tirarían… si me hizo ser feliz toda mi vida… ya habrá valido la pena”