jueves, 12 de mayo de 2011

Un último día...


A veces te levantas como si supieras que es el último día de tu vida, hasta que un día das con tal ansiado momento de pleno.

Todo empieza en una mañana encapotada de cabo a rabo, las miradas ante el espejo te son insoportables, y tu odio se acrecienta por momentos de forma tremebunda. La vida se te va, pasa, y no eres capaz de ponerle algún remedio, donde la inquina empezó a entrar en forma de brote por inconformismo omnipresente en cada recuerdo de tus insignificantes instantes.

Incapaz de soportar crítica alguna sobre ti mismo porque para ello ya estás tú solo. Los murmullos a través de los muros, y las palabras habladas a tus espaldas te corroen por dentro. La luz que marca tu destino se va apagando progresivamente, y sientes que todo fluye, nada salta, y no puedes alcanzar ninguna meta impuesta por la positividad que hubo alguna vez en ti. Son fines que una vez te hicieron ser la persona más ilusa del mundo, ilusión que nadie podía arrebatarte, que era para vos, y que mantenía viva cualquier atisbo de esperanza que luego nunca llegaba a encontrarte.

Una vida llena de mediocridades llevaste, algo a disgusto con lo que contentarse, y aunque a la cara de todos parecía... que al mirarte parecía que eras feliz. Un tío lleno de sabiduría, íntegro, con ciertos valores... serio, sí, pero a la vez con ese sarcasmo suyo capaz de provocar tanto la mayor de las carcajadas, como las indignaciones más tremendas que a nadie dejaban indiferente. Eras una persona que no pasaba de largo, ni mucho menos. Siempre hablaban de ti para bien o para a mal, tus amigos, conocidos y/o enemigos.

Hablando de amigos, han pasado ya más de dos décadas, y no recuerdo que conserves puramente tan sóla una amistad. ¿Quién eres? Ni tú mismo puedes darme una respuesta certera, los engaños que te convencían de una calumnia, ya no sirven, se quedaron atrás, te abandonaron, tronco.

Y aún marchando con Dioses crees que vas, sereno, seguro, hablando contigo mismo porque no hay nadie que esté a tu nivel, y para qué molestarse en contestar a algo tan insignificante como al mundo, si sólo existe el tuyo, el mundo que creaste a tu imagen y semejanza. Bajo un manto te cubres y resguardas de la infelicidad, cayendo al abismo. Pobre de aquel idiota que intentó ayudarte.

Dando palos te sentiste en tu salsa, cómodo como pocos, y los ciegos te miraban con envidia por arrebatárselos con tanta soltura. Tiraste la piedra sin estar libre de pecado, acomplejaste gravemente al más débil, y luego te la pegas de samaritano, defensor de las personas más nobles. Muere como el ególatra que eres, púdrete en el inframundo, y que ese odio que alguna vez te endiosó, desaparezca por completo de tu lado para redimirte en cualquier edén a la vuelta de la esquina.

Por ti, aquella, en el intento, perdería la cabeza por el camino, disfrazando toda verguenza, dándote el premio de sus labios, cerrando el cajón de los calvarios... pero tú... sigues castigándote con el silencio, quedándote en la oscuridad más amarga.

Por ti será lo que tú quieras, por ti recoge tus pedazos, por ti esperará siempre el milagro hasta el día en que se muera... Para darte cuenta puede ser demasiado tarde, pero no te arrepientas de una cosa que pudo ser, ni te lamentes más. ¿Dónde está el alma de aquel chiquillo feliz? Sal donde quieras que esté, ve a socorrer al caminante, que ni aún entendiendo, nada entiende... Antes de que sea demasiado tarde, porque hoy, como antes he dicho, será su último día.


2 comentarios:

  1. Palestra mix, creo que estás habitando dentro de un sueño donde eres mortal pero, y siento decirtelo de este modo, repito peeeero...tú estás ya muerto astro rey. Me gustan las pictures que adornan tus delirios. Un saludo pezque. De la jibia.

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  2. Gran aportación en forma de aclaración... qué abandonado me sentía por los delirios que me atormentan... y tú sin venir a verme, ¡buah!

    PS: Un beso, jibia mía.

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