martes, 24 de agosto de 2010

LA PRINCESA OLVIDADA


En 1784, un buque que partió de Francia con rumbo a la Isla Martinica, zozobró, hundiéndose en el fondo del mar. Abordo, se encontraba una niña llamada Aimée Du Buc de Rivery. Su familia la dio por muerta, y lloraron su triste pérdida.


En 1817, falleció la sultana Nakshidil. Su hijo, Mahmud II, afirmó que su madre era extranjera, posiblemente de origen francés, ya que lo hablaba a la perfección y que tenía un acento muy afrancesado.


Aquí es donde comienza la leyenda, sobre qué relación podía tener la pequeña Aimée Du Buc de Rivery con la sultana Nakshidil.


Aimée había nacido en Las Antillas francesas, el 4 de diciembre de 1771 en Martinica. Su padre era un colono francés que se había instalado en la zona, estaba bien relacionado y formaba parte de la elite local. Curiosamente, Aimée tenía una prima, Marie-Josephe Rose Tacher de la Pagerie, que con el tiempo tendría un lugar en la historia, nada más y nada menos que la futura emperatriz Josefina, la misma que enamoró a Napoleón.

Las pequeñas pasaron una infancia feliz, no en vano, el lugar era conocido como el paraíso en la Tierra. Las dos estudiaron primaria en Martinica, convirtiéndose en dos señoritas con conocimientos en matemáticas, ortografía y gramática, historia, danza, canto, y, por supuesto, buenos modales.


En la Isla existían muchos criollos y nativos que creían en la magia del vudú. Las niñas sentían especial afecto por una criada negra que tenía fe ciega en este culto. Atraídas por sus narraciones, decidieron visitar a una hechicera vudú que poseía mucha fama entre los nativos. Se llamaba Eufemia David, y dicen que guardaba el secreto de la vida. Además, podía leer el presente, pasado y futuro de las personas. Las niñas invadidas por cierto temor, y a su vez, llenas de la más tremenda curiosidad, dejaron que Eufemia les contara lo que veía en sus prediciones. Primero, se dirigió a Josefina, y entre otras cosas, le dijo que llegaría a ser más que reina. Luego, se fijo en Aimée, y con voz profunda la avisó: “Tu tutor, niña, te enviará a Europa para que prosigas con tu educación. Tu barco será capturado por piratas, te apresarán, y te encerrarán con otras mujeres. Tendrás un hijo que reinará gloriosamente, y tus deseos serán complacidos por esclavos. Aunque, no gozarás de honor público ni de gloria.”

Las muchachas se miraron divertidas, y no dieron la más mínima importancia a las premoniciones de la criolla. En cambio, una cosa era cierta. En breve, Aimée iba a partir al continente para proseguir con sus estudios. Su padre había fallecido, y su tío y tutor, como era de costumbre, la enviaría para que estudiara secundaria en Francia.

En 1784, cuando regresaba de Nantes, el barco en el que viajaba tuvo muchos problemas. Una tormenta se les echó encima, y el capitán fue incapaz de controlar el navío. El buque final y fatalmente se hundió. Prácticamente, todos murieron ahogados.

Las noticias que llegaron a la Martinica eran que no se había encontrado a nadie con vida. La familia “Du Buc” dio por zanjado el desastre marítimo, y oficialmente no se supo más de la joven Aimée.


Sin embargo, existe otra versión, que algunos envuelven con el velo de la leyenda. Por lo visto, la providencia quiso que un barco argelino estuviese cerca del desastre, y rescatara a unos pocos supervivientes, náufragos, que luchaban contra las grandes olas. Todos se mostraron agradecidos por su suerte, entre ellos Aimée, que no dejaba de recordar la predicción hecha por la extraña hechicera. Tras recobrar el aliento, se percataron que los buenos samaritanos no eran otros sino corsarios berberiscos, que a buen seguro pedirían un rescate por ellos, o los venderían para sacar algún dinero en Argel. La joven francesa tenía apenas trece años, era rubia, de complexión delgada, con una piel blanca y sedosa. Los piratas se fijaron enseguida en ella. Conocían los gustos del sultán Abd-ul-Hamid I por las vírgenes, y pensaron que apreciaría mucho un regalo tan especial.


Dicho y hecho, a su llegada a Constantinopla, fue entregada al sultán otomano, y entró a formar parte de su harén. En dicho harén, las mujeres sólo podían salir ocasionalmente de palacio, cubiertas por un velo, y acompañadas por alguien de confianza del sultán. A cambio, disfrutaban de estancias especiales solamente para ellas. Tenían a su disposición pequeñas mezquitas, bibliotecas, dormitorios, salas de música y costura, baños turcos, o cocina… todo con su correspondiente servidumbre. La entrada sin el permiso del sultán, estaba totalmente prohibida, y quien osase no cumplir la orden era ejecutado. Igual suerte corría quien fuera pillado in fraganti intentando penetrar en las estancias vedadas.


Aimée quedó desolada, apartada de su familia, en un país extranjero con costumbres distintas a las que ella conocía, y a merced de los caprichos de un hombre 46 años mayor que ella. Sólo halló consuelo en la madre de Selim, sobrino de Abd-ul-Hamid, que la trató como si fuera hija suya.


Poco a poco, Abdul se fue enamorando de la joven. La convirtió en su cuarta esposa, y cuando en 1785 tuvo a su hijo Mahmoud, la elevó a la categoría de esposa favorita o Valide. Aimée se convirtió al Islam, y pasó a llamarse Nakshidil, que significa “Huella del Corazón”


En 1789, el sultán Abd-ul-Hamid, fallecería. La lucha por hacerse con el poder otomano no tuvo cuartel. En liza, se situaban los que estaban a favor de Mustafá, hijo del sultán fallecido, y los que preferían que fuese Selim el nuevo líder turco.

Al final, asumió el imperio otomano Selim III, y Nakshidil se convirtió en su nueva esposa. Con su carácter afable y cariñoso, influirá primero en su esposo, y más tarde en su hijo, para que se occidentalizaran un tanto. Conseguirá, con mucha paciencia, que se apruebe la libertad de culto; que las mujeres del harén puedan acceder al mundo de la moda; y que no se las trate sólo como objetos, sino que se las respete como personas.


Selim III fue depuesto tras una revuelta de los jenízaros, y asumió el poder Mustafá IV, primo hermano del anterior, al que sin pensarlo dos veces mandó ejecutar. La orden también incluía a su hermanastro Mahmoud, de esa forma pretendía eliminar a otros posibles herederos legítimos.

En cambio, a Mustafá no le salió bien la jugada. Sus antiguos aliados jenízaros le dieron muerte, y el que tomó las riendas del imperio de Constantinopla fue Mahmoud II, hijo de Nakshidil. Seguramente, influído por su madre, el nuevo sultán modificó la administración y el ejército, fijándose en el estilo occidental. Mandó ejecutar a los traidores jenízaros que no eran de fiar, y aunque al principio era proclive a los intereses franceses, mas tarde, en 1810, se alió con Rusia en detrimento de Francia.


Lo curioso del caso es que este drástico cambio de política coincidió cuando Napoleón se divorcio de Josefina, supuesta prima de la madre del sultán.


Algunos historiadores creen ver en esta modificación de actitud, una pequeña venganza de la sultana madre hacia el flamante emperador francés por apartar de su lado a su querida prima. Otros, en cambio, afirman que no eran familia, sino amigas de la infancia.


El 10 de noviembre de 1817, la sultana moría tras una larga y agónica enfermedad. La peste se había apoderado de su frágil cuerpo, fallecería en el Palacio Topkapi, residencia imperial turca. Habían pasado 33 años desde su llegada a territorio otomano, y en esos momentos contemplaba a su hijo al frente del imperio, comprendía que su cautiverio había merecido la pena.


Esta parte de la vida de Aimée Du Buc de Rivery, que algunos la tildan de leyenda, se puede conocer gracias a los mensajeros que Francia enviaba con periodicidad a la corte de Constantinopla, mientras fueron aliados.


Por otra parte, la familia “Du Buc”, no terminaba de confirmar que la sultana extranjera de origen francés que se hallaba en Estambul, fuese la desaparecida Aimée, dando respuestas ambiguas. No se sabe si dicha actitud era por vergüenza al haberla abandonado a su suerte, o porque realmente rechazaban semejante teoría.

Ahora, en cambio, parece que quieren reconocer el mérito de su antigua pariente, y han abierto sus archivos familiares para que la verdad prevalezca sobre la inusual aventura de su hija pródiga.


Recientemente, ha visto la luz un libro titulado “La Princesa Olvidada” cuyo subtítulo “Historia de La Martinica: Aimée Du Buc de Rivery, Princesa Sultana de Turquía” no dejan lugar a dudas. Y por eso, para que no siga en el olvido, hoy, en este desfiladero, hemos querido conocer su increíble historia. La historia de una superviviente nata.

lunes, 16 de agosto de 2010

DALE, DALE... A VER QUE PASA.



Bajo ese cielo de Luna llena Avellanedense, donde lo maravilloso tuvo lugar y el baile, antaño, a ritmo de orquesta cubría el gran salón de la festividad. Donde el sueño no acaba nunca si uno no deja de creer en lo factible que pueda ser.

Bajo Nueve Reinas que gobernaron todos mis sentidos, atrapados por ese sin fin de enredos agradables, trazados con una maestría absoluta por dos pícaros evasivos.

Bajo esa Novia olvidadiza que volvió a lucir engalanada, para enseñarnos la vida desde otro punto de vista. Donde el hombre que parece el más magnánimo del mundo tiene aparición.
Donde ese protagonista volvió a enloquecerme, a provocar que de mi boca saliera otro grito aclamando su extraordinaria capacidad para embaucar.

Bajo la ira de un Niño, donde los siete capitales se concentran en un ser tan pequeño que maduró de forma temprana e incorregible.

Bajo una dictadura militar convertida en Kamchatka, y reflejada en los ojos de un crío que se vería obligado a jugar al afamado escondite.

Bajo una artimaña de Aura lobezna, donde gana el que otorga, y el que otorga lo hizo callando. En una esfera psíquica que recrea toda forma de conciencia humana, donde las obsesiones desequilibran la balanza, y los planos nunca podrán ser trazados a la perfección endiosada.


Bajo unos Ojos que guardan el mayor Secreto de unas vidas condenadas a entenderse. Donde todas las inmundicias del ser humano se encuentran concentradas en un cónclave inaudito. Y una persona cansada de esperar y no hacer nada…

El cine argentino llamó a mi puerta de forma necesaria e irremediable…
Allá los filmes se entienden, se visionan, se realizan, se quieren, se comentan, se leen, se escriben, se admiran, se filman desde otra perspectiva totalmente ajena a lo que conocemos, y es ahí lo enamoradizo del viaje.

El contemplar su filosofía, su forma de amar, convertida en pasión exacerbada. Su temple para dialogar, su capacidad para oír y escuchar, su acento embaucador, igual de tramposo que de adorable, nos transporta a un viaje por La Plata del que deseas nunca volver. Todo pasa en esos instantes, tu vida real es aparcada durante esas horas. No piensas en nada mas que en lo verdaderamente importante que visionas.

Decía un taxista bonaerense, que allá siempre van a saber ponerle la sonrisa a las tempestades, saldra´n del quilombo, pues siempre merodean alguna que otra tormenta por los albores de La Plata. Cuando no es una desgracia es la otra, y así todo queda en un círculo inacabado de sucesos inverosímiles, que rozan casi siempre la más tremenda y gamberra poca vergüenza.

Con el cine argentino me hice hombre. Con ello aprendí infinidades de conocimientos obsoletos hasta entonces. Maduré con “Nueve Reinas”; me conmoví con “El Niño que gritaba puta”; me emocioné con “El Hijo de la Novia”; me exalté con la “Luna de Avellaneda”; baile´ con lobos, y sufrí la mas excitantes de las intrigas con “El Aura”; Lloré con “Kamchatka”; y me maravillé, loco, con “El Secreto de sus Ojos” Transportándome a ese limbo deseado cada vez que dispones de una obra maestra, ante una atenta mirada deseosa de encontrarse con secuencias que siembren el rubor, provocado por una sonrisa tonta incapaz de despojarse del rostro.


Pudiendo remarcar multitudes de obras maestras, me centraré en tales, que en mi vida reciente y no tanto, me han marcado de una manera especial… Teniendo casi en su totalidad un mismo director y un actor por los que siento cierta preferencia desmedida en todos los sentidos. Por si los mas despistados no se han dado cuenta.

No es momento de seguir escribiendo, cállense, centren sus ojos, no pestañeen ni siquiera, escuchad… no oíd. No dejen que otro entretenimiento banal y nimio os aleje de acá. No dejen que el néctar de cualquier dulce o pasa rato os adultere vuestro sabor natural. No se pongan guantes, ni tengan miedo a tocar, palpen sin temblar… Y si no han visionado alguna y/o ninguna de ellas, ¡HACEDLO YA! y dejarse de “pelotudeces”.












lunes, 9 de agosto de 2010

ALGO INTERESANTE

Es interesante la opinión contraria a la de la multitud, seri´a la bella razón reflejada en nuestra mente. Todas las cosas que queremos proyectar sobre nuestra realidad, en un sin fin de quehaceres por realizar. Tú sabes que lo más probable es que caigas en el error, pero desde ahí haces el hito. Sabrás al fin que decir lo correcto y coherente es mediocre. Te imaginarás en un paisaje grandioso, con personas diminutas a tus pies.


Es interesante contemplar como las almas en espera se han ido cansando de su agonizante camino, siguiendo el rumbo de la masa. No verás mas tierra de la que procedes, no serás aquella persona que te imaginaste de pequeño, en el fondo del abismo ves como van pasando sin gloria alguna que admirar. Cogerás el petate, visitarás las ciudades más recónditas de la faz, y estudiara´s sus culturas, te enriquecerás con sus saberes, aprenderás el lenguaje, pasarás desapercibido.


Es interesante como la verdad opaca se ofrece ante algunos. No todo es tan fácil como parece, y mirarás atrás. Ella sabía que no debía caerse, pero no pudo remediarlo, estaba destinado, como sin un ángel bajara del cielo un tiempo antes y lo diagnosticara. Ella intentaría enmendar, pero no pudo evadir la jugarreta que le prepararon sus ojos.


Es interesante ver como siguen matándose los unos a los otros, y algunos andan con sus estupideces que creen que son el único entretenimiento. No voy a desplomarme ante ti, sin titubear empiezo a caminar, te dejo atrás…


Seri´a interesante andar por el paraíso, donde la mera curiosidad no exista, donde sólo existan los adorables y aburridos, donde no quepan los cobardes y aduladores de oídos. En el templo que resguardo, seri´a así. Para por la medianía, verás un infinito de estrellas mientras te bebes mil lunas. En un lado duermes, mientras que en el oscuro se encuentra la muerte esa que te vigila sigilosamente mientras descansas.


Seri´a interesante que los sueños se proyectaran tal y como cité antes. Donde ningún impedimento surgiera ajeno a nosotros, donde te pudiera llevar de la manita sin miradas que nos condenen, ni índices que nos señalen.

Seri´a interesante ver como el asombro de sus caras desaparece, sin pensar en el que dirán, aunque esa fue la condena mayor que nos llevo a la hoguera del horror. Ante lo abyecto nada hice.


Seri´a interesante tener de vez en cuando esa sensación de victoria, abandonando esos derrotismos que uno tras otro se suceden sin conceder una mínima tregua. Parece que la hora llega y no logro visionarla. Parece que tras el desfiladero viene la claridad, pero no logro alcanzarla.


Seri´a interesante transportarnos al lugar mas maravilloso de la Tierra, y que la llama se reanimase. Nunca mas te intentaré enseñar tu sendero, es algo que elegirá vos. Si acaso me mostrarás como tengo que correr por lo equívoco, y vivir como cualquier ser.


Seri´a interesante saber lo que hacer en su preciso instante. Y seri´a aún más interesante hacerlo porque lo deseo, sin pedir disculpas ni permiso… ¿Cómo puede ser que no haga nada? No quiero dejar pasar todo de nuevo. Hace años que me pregunto lo mismo, y hace años que me vengo contestando: “déjalo, ya pasó, no fue en esta vida” No fue otra vida, fue esta, es esta… Ahora quiero entender todo… ¿Cómo se hace para vivir una vida vacía? ¿Cómo se hace para vivir una vida llena de nada?


¿Cómo se hace?